Teclados torcidos
Hace muchos años que la ergonomía me ganó para su causa y desde entonces me preocupo de que mis herramientas de trabajo sirvan lo mejor posible a dicha causa. Las pantallas, los teclados y ratones y hasta las sillas donde trabajamos nos afectan en mayor o menor medida y, puesto que tengo que pasarme (al menos) ocho horas diarias sentado delante de una pantalla de ordenador aporreando un teclado, hace mucho que decidí que ninguno de estos elementos me iban a dejar hecho un ovillo. Como además trabajo desde casa, mi soy el último responsable del equipamiento de mi oficina y eso me ha convertido en un sibarita con según que cosas.
Hace ya más de dos décadas desde que me compré mi primer teclado torcido (el término oficial es ergonómico, ahora ergo, pero suena descafeinado), de esos que tienen separados los bloques de teclas de cada mano. Como mantiene la posición natural de las manos, el esfuerzo de escribir es mínimo y evita sobre esfuerzos en tendones, músculos y huesos que no evolucionaron para funcionar en ángulos agudos.
En mi caso, desde hace casi cuatro años uso uno recto porque el tacto y la altura de las teclas mecánicas es insuperable cuando te pasas muchas horas aporreándolas y, también porque me he aficionado a los teclados pequeños, de esos que tienen el 60% de las teclas de uno completo, unas 60 o 62 teclas. La explicación tiene que ver con la ergonomía y con otro chisme ergo, el ratón trackball. Son esos ratones que tienen una bola que se mueve con el pulgar y que no se deslizan sobre la mesa. La cuestión es que con un teclado de 60% puedo tener teclado y trackball muy cerca y lo alcanzo sin esfuerzo, casi sin hacer movimientos extra. Con mis teclados torcidos más convencionales, de 102 teclas y teclado númerico, el trackball queda lejos y tengo que mover el codo para alcanzarlo así que, para prevenir ese movimiento forzado, elegí teclados de 60%.
Y, además, con el paso de los años uno se llena de manías, filias y fobias y, últimamente estaba notando cierta tirantez en los antebrazos cuando me pasaba mucho tiempo tecleando así que me puse a hacer una lista mental con todo lo que tendría un supuesto teclado ideal. La lista era más o menos así, sin ningún orden en particular:
- pequeño formato, 60-65% máximo para seguir teniendo el trackball cerca.
- bluetooth, con cable USB-C para cargar las baterías (de pilas ni hablamos) y que se pueda conectar a, al menos, tres dispositivos.
- teclas mecánicas, porque una vez que las pruebas ya no quieres usar ninguna otra. Los interruptores dependían de factores como el ruido que hacen.
- ergonómico, es decir, torcido. Han sido demasiados años con este formato y me apetecía volver a usarlo.
Que sí, que son sólo cinco cosas pero ninguna era negociable. Quizá por eso llevaba tiempo sin encontrar un teclado que cumpliese con todos los puntos y que no costase más de 150 o 175 euros.
Hace escasamente una semana, una entrada en un blog me llevó a otra que me llevó a una web de teclados ergonómicos donde encontré uno que cumplía los puntos y, sabiendo que no está, se me ocurrió buscarlo en ese almacén de ventas gigantesco y, como preveía, no estaba disponible. Pero entre las recomendaciones había uno de color marrón, con algunas teclas en blanco y otras en amarillo que, ¡oh, sorpresa!, cubría sobradamente toda la lista. Y lo compré.
El FEDEK Alice-80 me llegó hoy y me bastó con sacarlo de la caja para saber que nos vamos a llevar muy bien. Es bonito, de un color marrón oscuro y algunas teclas en blanco y otras en amarillo mostaza y, además, es pesado. Al cogerlo no da la sensación de que está fabricado con plástico y que es endeble sino que tiene consistencia y pesa, algo que agradezco porque no me gusta que se mueva sobre la mesa.
Nada más conectarlo por bluetooth (a la primera) se iluminó con un arco iris y, al tacto, las teclas son sólidas, no resbalan y tienen un sonido muy, muy suave y agradable que me sorprendió. La distancia entre ellas es la correcta y desde el primer momento fue como volver a estar usando el Logitech. Además, en la esquina superior derecha trae un dial cromado con el que se puede controlar el volumen fácilmente.
Por último, tiene el formato ANSI con las teclas en inglés, lo que me viene estupendamente para el trabajo puesto que el ordenador que me ha dado la empresa tiene esa misma configuración. También tiene un interruptor para escoger el funcionamiento de la tecla Super, que opere como en Mac o en Windows. De esta forma, la tecla ALT que está en el lado izquierdo del teclado se convierte en el Command de Mac o en el Alt de Windows, según se elija
Ha estado aquí unas horas nada más pero las sensaciones son fenomenales y ya estoy con ganas de ponerlo a prueba en un día normal de trabajo.